En la última década, el sector fintech en América Latina ha experimentado una creciente explosión de innovación financiera. Con más de 3.000 startups operando en la región y un incremento superior al 340% en emprendimientos, la colaboración entre bancos tradicionales y nuevas empresas digitales se ha convertido en la principal fuerza de transformación.
Este artículo analiza en profundidad cómo las APIs abiertas están redefiniendo los modelos de negocio y generando oportunidades para todos los actores del ecosistema financiero, desde grandes entidades bancarias hasta pequeñas startups con soluciones de nicho.
Las APIs (Interfaces de Programación de Aplicaciones) abiertas son puentes tecnológicos que permiten la comunicación directa entre sistemas bancarios y soluciones externas. A través de protocolos estandarizados, un fintech puede solicitar información de cuentas, ejecutar pagos o consultar saldos en tiempo real.
Este mecanismo impulsa acceso a datos financieros sin necesidad de desarrollos personalizados complejos. Facilita la integración de servicios, acelera el time-to-market y reduce costos de IT, al mismo tiempo que garantiza altos estándares de seguridad y cumplimiento regulatorio.
El volumen mundial de llamadas a APIs bancarias abiertas alcanzará 137.000 millones en 2025 y podría subir a 722.000 millones en 2029, un aumento proyectado del 427% en cuatro años. Este crecimiento refleja la confianza de la industria en automatización de procesos complejos y la adopción masiva de arquitecturas orientadas a servicios.
En la región, Brasil lidera con el 24% de las fintech, seguido de México (20%), Colombia (13%), Argentina (10%) y Chile (10%). Otros mercados emergentes, como Perú, Ecuador y República Dominicana, registran crecientes tasas de crecimiento anual, destacando el dinamismo del ecosistema.
Una de las historias más inspiradoras proviene de una startup mexicana que, mediante una integración con una API bancaria, pudo ofrecer préstamos instantáneos a usuarios sin historial crediticio. En cuestión de minutos, la plataforma evaluaba datos transaccionales y ofrecía tasas personalizadas, mejorando la inclusión de más de 50.000 personas en zonas rurales.
En Brasil, una insurtech integra datos de múltiples bancos para crear pólizas de microseguros adaptadas al comportamiento del usuario, reduciendo prima de riesgo y ampliando la cobertura a segmentos de bajos ingresos. Estos ejemplos demuestran cómo las sinergias entre banca y fintech generan valor compartido.
Aunque el potencial es enorme, persisten obstáculos. La burocracia y la falta de estandarización ralentizan la adopción de APIs abiertas. El 49% de las fintech percibe una relación débil con los bancos, y los marcos regulatorios aún están en evolución.
Sin embargo, la creación de 13 hubs de innovación y 9 sandboxes regulatorios en la región, junto con leyes como la Ley Fintech en Chile y las guías de finanzas abiertas en Colombia, están allanando el camino hacia un entorno más colaborativo y seguro.
El surgimiento de las finanzas descentralizadas (DeFi) y los préstamos en blockchain ofrecen una visión disruptiva: operaciones sin intermediarios y contratos inteligentes que ejecutan transacciones de forma autónoma. Esta tendencia podría complementar las infraestructuras tradicionales, generando nuevas alianzas entre bancos y desarrolladores de blockchain.
Por otro lado, el modelo de "banking as a service" (BaaS) consolida la transición de los bancos hacia plataformas abiertas donde terceros pueden construir y lanzar servicios personalizados. Paralelamente, las finanzas integradas —servicios financieros embebidos en plataformas de comercio electrónico, movilidad y redes sociales— continuarán expandiéndose, impulsadas por la flexibilidad de las APIs.
Las APIs abiertas se han convertido en el motor que impulsa la colaboración entre bancos y startups, permitiendo la creación de productos financieros más accesibles, personalizados y eficientes. La región latinoamericana, con su enorme población sub-bancarizada y su creciente ecosistema de inversores, está en una posición única para liderar esta revolución.
El futuro del sector financiero es colaborativo y descentralizado. Aquellas organizaciones que adopten una mentalidad de plataforma y apertura estarán mejor preparadas para ofrecer soluciones de valor y alcanzar nuevas audiencias, contribuyendo al desarrollo económico y a la inclusión financiera sostenible en toda América Latina.
Referencias